Ejércitos de delegados de cuatros ciudades (dirigidos por una serie de magnates, banqueros, empresarios y funcionarios gubernamentales) luchan para halagar a los líderes del Comité Olímpico Internacional (COI) con la esperanza de que les otorguen el derecho de ser la sede de los juegos de verano de 2024. Los delegados representan a Los Ángeles, París, Roma y Budapest, y tienen reuniones con casi todos los que pueden influir en el resultado.
Sin embargo, estas ciudades buscan ganar un privilegio que durante las últimas tres décadas también ha sido visto como una maldición. Con pocas excepciones, los juegos le han costado miles de millones a las ciudades anfitrionas. Los costos de Río oscilan por el orden de los 12 mil millones de dólares y se espera que pierda al menos 4,6 mil millones de dólares, según un estudio de Oxford.
Los últimos juegos olímpicos rentables se celebraron en 1984 en Los Ángeles, y bien pudo ser una anomalía histórica. Los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976 arrojaron pérdidas por más de mil millones de dólares.
"Ser anfitrión de los juegos se ha convertido en una táctica costosa; según las actuales reglas de la subasta, toda la estructura de los juegos olímpicos parece gritar: ‘Alerta, anfitrión potencial’", según Robert A. Baade y Victor A. Matheson, economistas de deportes que escribieron un artículo sobre los gastos que ocasiona ser la sede de las olimpiadas.
El Coliseo en Roma. La capital italiana es una de las ciudades que buscan ser sede de los juegos de verano de 2024, aunque su propuesta podría estar en riesgo. Nadia Shira Cohen para The New York Times
¿Por qué las olimpiadas logran que algunas ciudades gasten tanto si, por lo general, no están dispuestas a invertir un solo centavo en infraestructura o planificación? ¿Acaso hay una manera significativa que cambie el modelo de negocios para controlar los gastos y así los juegos puedan ser rentables y populares?
Esas son las preguntas que el Comité Olímpico Internacional y las cuatro ciudades que compiten para ser anfitrionas de los juegos de 2024 tratan de responder.
La delegación de Los Ángeles está conformada por unas 25 personas y es dirigida por Casey Wasserman, quien es socio de Goldman Sachs desde hace mucho tiempo y ha estado detrás de algunas de las fusiones corporativas y adquisiciones más grandes de las últimas tres décadas.
Los pilares de la oferta estadounidense son el bajo costo (cerca de 4,6 mil millones de dólares) y la sostenibilidad, pues propusieron utilizar instalaciones existentes como el estadio Los Ángeles Memorial Coliseum, la sede actual de los Rams, el equipo de fútbol americano. Según su material publicitario: "Los Ángeles 2024 se trata de lo que ya tenemos, no de lo que vamos a construir".
La oferta de París también se basa, en gran medida, en la infraestructura que ya tiene la ciudad; los parisinos calculan que su costo sería de unos 7 mil millones de dólares, cifra que se considera una ganga según los estándares de las olimpiadas.
La Ópera de París. La Ciudad Luz quiere ser la sede de las olimpiadas de 2024 que se calcula que costarían unos 7 mil millones de dólares, una baja cantidad según los estándares de los juegos olímpicos. Dmitry Kostyukov para The New York Times
Pero una oferta de Roma, que espera seguir un modelo similar de bajo costo, ya podría estar en riesgo: Virginia Raggi, la nueva alcaldesa de la ciudad, se ha opuesto públicamente al decir que el déficit municipal de Roma es demasiado vasto para considerar ser anfitriones de los juegos.
"La información histórica de las olimpiadas, sin contar los episodios eventuales de corrupción, nos demuestra que los costos no son sostenibles", dijo en junio. "Otras ciudades ya han retirado sus propuestas por las mismas razones. No creo que estuvieran pensando en corrupción o en infiltraciones de la mafia". Probablemente se refería a Boston, que el año pasado se retiró de la competencia para ser sede debido a los costos.
La línea The Expo en Los Ángeles. Esta ciudad también compite para ser la anfitriona de los juegos de 2024. Monica Almeida/The New York Times
Christine Lagarde, la directora administrativa del Fondo Monetario Internacional, ha respaldado la propuesta de que Grecia debería ser la sede permanente de las olimpiadas por ser el lugar donde se originaron.
Otros han sugerido que los juegos se roten entre cuatro o cinco locaciones fijas. También hay ideas más complicadas, incluyendo tener unas olimpiadas "distribuidas" que se realizarían al mismo tiempo en varias ciudades para utilizar los estadios existentes y no abrumar a ninguna ciudad individual.
Otra idea es por qué no otorgarle las olimpiadas a la misma ciudad en dos ocasiones: una en el momento en que ganan el derecho a ser la sede y otra 12 años más tarde. Eso permitiría que el país anfitrión disfrute de los beneficios económicos de los juegos en dos ocasiones, así obtendría el doble de ingresos y amortiguaría los costos de infraestructura a lo largo de dos eventos.
Lo más importante es que obligaría a que las ciudades crearan un plan de infraestructura a largo plazo… uno que no solo funcione para las olimpiadas, sino también para los residentes. También permitiría que las ciudades emergentes hicieran ofertas competitivas contra las urbes desarrolladas que ya tienen lista la infraestructura; un inconveniente del enfoque actual centrado en los bajos costos es que las nuevas ofertas podrían quedar eliminadas porque sus costos siempre serán mucho más altos.
Otra sugerencia es que el COI le otorgue las olimpiadas a la misma ciudad durante dos juegos consecutivos, pero ¿qué tiene eso de divertido? Una de las grandes alegrías de los juegos es tener la oportunidad de que te presenten —o vuelvan a presentarte— una ciudad.
Dejar un espacio de 12 años permitiría que los reflectores se posaran en los grandes destinos del mundo para poder presentárselos a los espectadores más jóvenes; eso también haría que las ciudades volvieran a ser atractivas para el público mayor. Ese plan crearía un incentivo mayor para que los postores se comprometan a invertir en las olimpiadas; así podrían descartarse ciudades y países que no están dispuestos a hacerlo.
No hay duda que ser la sede de los juegos olímpicos puede poner a una ciudad en el mapa de manera evidente; es la herramienta perfecta de mercadotecnia. La población local también puede beneficiarse de las mejoras en la infraestructura y el aumento en el turismo. No obstante, para los funcionarios fiscales siempre será difícil lograr que las cifras cuadren. Debe haber una mejor manera.
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